A los hombres griegos les gustaban las damas depiladas. Estas, lo tenían muy difícil para complacer a los galanes, ya que por naturaleza eran muy peludas.
La depilación era un suplicio para ellas. Para depilarse el monte de Venus, las piernas, los brazos y las axilas, utilizaban diferentes métodos; aplicaban ceniza caliente, socarraban el vello con la llama de una lámpara, mitigando las quemaduras con una esponja húmeda y, las más finas arrancaban los pelos con unas pinzas.
No obstante, la mayoría utilizaba una navaja de afeitar, una pieza de tocador exclusiva para las mujeres, que también usaban los homosexuales pasivos, que se depilaban la región del ano.
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